Cuando uno cruza la puerta de KOL, en pleno Marylebone, la sensación es inmediata: se entra en México. No un México cliché de sombreros y mariachis, sino en la intimidad de una casa del sur del país, cálida, contemporánea, de colores y texturas cuidadosamente escogidas y profundamente conectada con sus raíces. El proyecto nació en plena pandemia de 2020, cuando los viajes eran imposibles. Para Santiago Lastra, su chef y fundador, la idea fue clara: que la gente pudiera viajar a México a través de la experiencia sensorial de un platillo.
El espacio, diseñado con maderas, tonos tierra y una colección de artesanías de Jalisco rescatadas por Raiz—un colectivo de arquitectos y coleccionistas de Zapopan— funciona como un relato visual y táctil de lo que Lastra busca con su cocina: dar valor a lo que a menudo se considera secundario. Así como Raiz rescata piezas olvidadas y las coloca en el centro de la experiencia, KOL hace lo mismo con la comida mexicana y los ingredientes británicos, elevándolos como referentes de calidad mundial.