Hay una fascinación que solo existe en un ambiente diseñado al detalle, como si la arquitectura también jugara una parte esencial. ISMO es parte de esos restaurantes, lugares que marcan un antes y un después de nuestra vida: no volvemos a ser los mismos luego de dejarnos envolver con su atmósfera. Con una inspiración poco vista en la Ciudad de México, ISMO combina gastronomía italo-suiza con una curaduría musical ecléctica y una estética retro-futurista contemporánea: no solo es un restaurante sino también un speakeasy que eleva lo que conocemos como bar.
En este lugar los platos requieren cercanía, me refiero a que todo está pensado para compartir. La alegría, las risas, la manera de coquetear con alguien desconocido. ISMO está pensado como un homenaje a la historia de los movimientos de vanguardia —como el surrealismo, el expresionismo y otros (de ahí, de hecho, viene su nombre), pero también a estudios de Milán y Londres que, por supuesto, son compatibles con el caos urbano que es la CDMX. Por supuesto, todo se complementa con una selección musical que evoca lo mejor de discotecas en Roma o Berna. Aunque uno permanece en la ciudad, sabe que ya ha viajado a otro rincón del mundo.